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Este sábado, al acabar la tarde y en un ambiente de emoción y devoción, se fue diluyendo la música de los pitos, chácaras y tambores de Sabinosa en La Dehesa, mientras el murmullo en la ermita de Nuestra Señora de Los Reyes crecía; se alejaban las notas que marcan La Bajada, y se fueron quedando las palabras, la promesas y los pensamientos que la alimentan.
Alrededor del corso de la Madre Amada, sus hijos, los de esta tierra, y los que después de vivir un día como este 5 de agosto, se sienten parte de ella, trataban de alargar un instante más una intensa jornada para, aunque sólo fuera por unos segundos extras, sentirse cerca de Ella.
Se sentó La Patrona en su ermita, con un corso cubierto por el polvo de los caminos de El Hierro, motas de Tejegüete, de Dos Hermanas, de la Cuatro Esquinas, de las fértiles tierras de El Jorado y Binto que hacen suyo el blanco de la ropa de los bailarines, y como no, del Cres, de la dura subida de La Bajada, de la dura bajada de La Subida.
Arrancó, este primer sábado de agosto, la última jornada de la LXIX Bajada con la Venia de Valverde en La Concepción para dar paso a la Eucaristía que despedía a la Madre Amada del templo capitalino; de La Villa. Se despedía ella, un poco después, girando a los cuatro puntos cardinales en la Cueva de Lemus, cuando todavía la oscuridad de la noche obligaba a que las linternas alumbran el camino.
Breve parada en Tiñor ya con el alba en el cielo, antes de que la primera raya, en Tejegüete, recordara que seguíamos en Bajada, aunque la Subida estuviera a punto de poner fin a un mes de entrega a la Patrona de los herreños.
San Andrés dio el relevo en Cuatro Esquinas, y luego, el descanso del desayuno, antes de subir a la Cruz del Niño; allí Isora saludo a La Patrona, y San José marcó el camino por El Jorado, donde el polvo de camino acabó por teñir las ropas de bailarines y peregrinos.
Se hizo suave el recorrido en La Mareta, la pendiente desapareció y el camino dejó de ser subida cuando San Lorenzo se puso al pie de la Virgen en La Llanía, antes de volver a hacer raya con San Antón en las medianías del pico Tenerife; a pocos metros, tiempo para sentar a la Madre Amada en la Cruz de Los Reyes y parar para el mediodía.
Después de la tradicional tendida de manteles, caminó la comitiva hacia Binto, transitando por el Pinito Verde, el Tomillar, entregó San Antón a San Simón y el patrón gavetero marcó el recorrido hacia la última parada en la Cruz de los Humilladeros, para luego bajar El Cres.
Paró la Madre Amada un instante en la Piedra del Regidor, rodeada de la multitud, fue momento de darle la bienvenida a La Dehesa; allí saludó a los fieles bordeando su ermita; esperando en la puerta recibió loa, se despidió girando sobre sí misma y entró en su morada, cuando el hombro deja paso al pulso para cargar el corso.
Sonaron los últimos toques, giraron uno a uno los bailarines ante la Patrona, se sintió la emoción en forma de lágrimas, breve despedida, venia, !viva la Virgen, viva! para sentar a la Madre Amada que volvía a casa.
La LXIX Bajada, el cumplimiento de El Voto, deja paso a una nuevo periodo de espera, en el horizonte, el 3 de julio de 2021, 1.426 días.
!Viva, la Virgen, viva!
Texto e imagen: bajadaelhierro.com
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Redacción/Salió la Virgen de Los Reyes de La Concepción para visitar Tesine acompañada por los patronos de la costa, San Telmo con su barco, San Juan y San Lorenzo, a su vera, el patrón de La Villa, San Isidro.
Es Tesine la última salida antes de La Subida, de que la Madre Amada se despida en ese punto de la capita herreña, de La Concepción, de La Bajada.
La Patrona en rosa, trono de madera de torneadas columnas y andas, Bailarines de Valverde, mantilla blanca para ellas, traje y corbata para ellos.
Emprendió el camino la Madre Amada después de la celebración de la Eucaristía, apenas una horas de salida, marcadas por la pronunciada pendiente que lleva a Tesine.
Parada para la loa, la música y el agasajo - presente durante todo el recorrido - a La Patrona al pie del puente de piedra, difícil tránsito para acceder a Dacio Darias, con una nueva estación en la Casa del Conde antes de que el camino se haga cuesta arriba en la brevedad que lleva a Santa Catalina, allí donde un gran mosaico con su imagen la recuerda perennemente.
Hicieron raya los más pequeños con San Juan de patrón, allí donde un día estuvo su ermita y el viento impulsaba los molinos para moler el grano, la tradición y el futuro se dieron la mano antes de volver a La Concepción y dar por finalizada una jornada que marca el final de las visitas de la Madre Amada.
Texto e imagen: bajadaelhierro.com
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Redacción/Tiene la Fiesta de Isora tres puntos álgidos, La Gorona, San José y La Concepción, o lo que es lo mismo, la recogida, la llegada y la despedida, porque si bien esta última exige el traslado a La Villa, transitar por las calles de la capital herreña y “sentar” en La Concepción, es un deber y privilegio que recompensa con creces un largo día, que se volvió regular en 1961 cuando la Patrona comenzó sus visitas a Isora, pueblo en el que estuvo por primera vez en un descanso en 1953 en su camino a la capital herreña procedente de El Pinar.
Arrancó la jornada con el tradicional recorrido procesional por las calles de el pueblo en dirección a la parada de Tompérez, previo paso por los Cercados Viejos.
Se estira el recorrido hacia los rincones que no visita la Madre Amada en su llegada, lugares que conocieron en otros tiempos a muchos vecinos, hoy muchos hogares en el recuerdo, pero los mismos nervios, la misma amabilidad y agasajos para la Patrona, también para los que caminan a su vera.
La Asomada marca la vuelta cuando desemboca en Ferinto, también momento para la loa y los productos de la tierra, también, de horarios, del compromiso de la partida, apenas en sol ha pasado un grados del mediodía, cuando ya el impasible paso del tiempo está marcando la cercanía de la partida tras un breve descanso en San José.
Para el resto de la jornada, el traslado, el transito por Los Llanos, La Cuesta y Tiñor; la bajada por Honduras, la alegría del toque en las calles de La Villa, y el silencio en La Concepción después del ¡viva la Virgen!.
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Redacción/De verde y oro salía la Patrona herreña de la iglesia de San Antonio Abad para procesionar por las calles de El Pinar bajo la sombra de las piñas que decoraban las calles por donde pasea la Madre Amada, un recorrido que comenzó a ser habitual en los años 40 del pasado siglo XX.
Subida al Gusano, previo paso por el Mentidero, allí esperaba San Esteban, en esta ocasión con la Virgen del Carmen, la de Santa Rosalía, que había llegado de La Restinga para unirse a la festividad, homenaje de las gentes de la mar que nunca faltan a la cita cuando la Madre Amada visita “el pueblo”.
Volvió a parar la comitiva en el Baden, agasajos y loas con el recorrido del Día de La Bajada como temática principal, las tradiciones del día a día fueron las protagonistas en la Goronita, instantes previos a la vuelta a la iglesia de San Antón para un descanso antes de volver a La Gorona para reunirse con Isora, los tiempos son breves cuando la visita llega a las medianías.
Texto e imagen: bajadaelhierro.com
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Redacción/Recibió Azofa - la de arriba - a la Patrona en Jinama con la niebla tendida regando los campos de Nisdafe, refrescando una temperatura que el verano suele mantener alta cuando julio ya esta bien entrado. San Andrés tomaba el relevo y la Madre Amada volvía al pueblo más alto de El Hierro por segunda vez esta Bajada, tienen el privilegio y la responsabilidad sus vecinos de recibir a Virgen de los Reyes en tres ocasiones, cuando baja a Valverde, cuando vuelve a la Dehesa en la Subida y cuando celebra entre ellos la Fiesta de San Andrés, privilegio concedido en 1941 y que desde 1989, cuando la Patrona baja regularmente a El Golfo, comienza en Jinama.
Son cortos, pero no por ello menos intensos, los recorridos de la Madre Amada cuando la “agenda” marca horario de entrega a otro pueblo, y San Andrés tiene pendiente a El Pinar y este a Isora, La Gorona punto de hermanamiento de los tres pueblos.
Bajó la Patrona a Jarera Bajo acompañada de San Andrés, de bailarines, tocadores y los vecinos que se reunieron para agasajar a la “huésped”.
Paró la comitiva en la plaza de la maestra Teresa Cándida, tiempo para compartir con amigos y vecinos productos de la tierra, queso, uvas, ciruelas o una pelota de gofio, de acercarse a la Madre Amada para inmortalizar en un instante, o para íntimamente, saludarla, agradecerle o rogarle, Ella de rosa, mato amarillo y bordados dorados.
Da la vuelta temprano la comitiva, que transita por las calles de La Cancela, Jarera para volver a la de La Iglesia, breve tiempo para “gustarse” en el baile, para animar el centro del pueblo con el toque de la juyona y el repiqueo de las chacaras, suenan alto en esta zona de El Hierro.
Apenas quedó un instante más para estar al pie de la Virgen, el traslado marca el final de la jornada y la Patrona debe llegar a tierras piñeras, se le espera en La Gorona.
Texto e imagen: bajadaelhierro.com
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